Se ha demostrado que la meditación puede aumentar la tolerancia ante el dolor. Un estudio, publicado en la Journal of Neuroscience (2011), mostraba que la meditación causaba una reducción del 40% de la intensidad del dolor y un 57% de los efectos desagradables del dolor. Esto es impresionante cuando se tiene en cuenta que la morfina y otras drogas que alivian el dolor, sólo reducen estos síntomas en un 25%. Este alivio provenía de sujetos sin ninguna experiencia previa de meditación que recibieron instrucciones sobre meditación básica en un total de cuatro clases de 20 minutos de duración.
Un cierto número de estudios que han utilizado la tecnología moderna de imagen, MRI, han demostrado claramente que la meditación aumenta el riego sanguíneo en el cerebro y con práctica, realmente efectúa cambios significativos en la estructura física de ciertas partes del cerebro y con más experiencia práctica, realmente causa cambios significativos en la estructura física del cerebro. Estos cambios pueden llevar a aumentar la eficacia y la función de ciertas partes del cerebro, tales como un mayor procesado de actividad visual-espacial y un enfoque aumentado de la vista.
Un estudio del Colegio de Médicos de Harvard (2011), estudió a sujetos después de un cursillo de dos meses sobre meditación y luego usó la imaginería MRI para comparar los cerebros de los meditadores con los de personas con un cerebro corriente. Los resultados mostraron que los sujetos tenían un aumento de densidad de material gris “en regiones del cerebro que tienen que ver con los procesos de aprendizaje y memoria, control de emociones, procesado de información auto-referencial y toma de perspectiva”.
En 2010, un estudio del Centro Médico de la Universidad de Pensilvania, usó SPECT (tomografía computerizada de emisión de un solo fotón) para trazar el mapa de las diferencias en flujo sanguíneo en el cerebro de personas que meditaban regularmente y personas que no lo hacen nunca. Hallaron que regiones específicas del cerebro tenían mayor flujo sanguíneo que los de personas corrientes. “Los cambios observados relacionados con la meditación a largo plazo aparecen en estructuras subyacentes que tienen que ver con la red de atención y también zonas del cerebro que tienen que ver con las emociones y funciones automáticas”.
La meditación también puede fomentar emociones positivas y ofrecerle a sus practicantes una habilidad aumentada para tratar con sus emociones en general, tales como las asociadas con el estrés y la ansiedad.
Un estudio de 2009 publicado en Neuroimagen de UCLA, usó el MRI para comparar meditadores con experiencia y novatos. Los meditadores veteranos tenían volúmenes de materia gris en el cerebro significativamente mayores en el córtex derecho orbito-frontal, el tálamo derecho y el hipocampo derecho. “Tanto las regiones orbito-frontales como las del hipocampo se ha visto que tienen algo que ver con la regulación de las emociones y el control de respuesta. Por lo tanto, mayores volúmenes en estas regiones cerebrales podría ser la razón de las singulares habilidades y hábitos en el cultivo de emociones positivas, retener estabilidad emocional y tener una conducta atenta a los demás”.
El beneficio más investigado y establecido claramente de la meditación es la habilidad aumentada de prestar atención y auto-percepción. Aunque aún no se comprende completamente el papel que juega la meditación, una cosa está clara: la meditación alimenta el cerebro.